Por Damián Lencina
Según la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), el radioaficionado es el individuo debidamente autorizado que se interesa en la radiotecnia con carácter exclusivamente personal y sin fines de lucro; y que realiza actividades de instrucción, intercomunicación y estudios técnicos.
Ser radioaficionado es promover una actividad radial y radiotécnica en un ambiente controlado con personas capacitadas para realizarla. Más allá de su definición formal, la radioafición es considerada por muchos un hobby con cierta utilidad personal. Particularmente, involucra en sus participantes el ejercicio de la memoria, la comunicación y la convivencia social en un determinado espacio: los radio clubes.
Esta actividad tiene las modalidades: fonética o telegráficamente. La primera es a través del habla, y la segunda, por medio de puntos y rayas (el código morse - CW).
En nuestro país, como forma de sociabilizar con otros radioaficionados y radio clubes se organizan concursos por parte de los radio clubes y el ENACOM, el ente de telecomunicaciones argentino. Esto consiste en juntar la mayor cantidad de contactos hechos en un tiempo determinado, en los que pueden participar todas las categorías de radioaficionados. Existen cuatro categorías: novicio, general, superior y especial. La categoría novicio es la primera e inicial en los radioaficionados; la general es la segunda, cumpliendo los tres años como novicio; con tres años más de antigüedad a la anterior se le otorga la categoría superior, quienes deben rendir exámenes complejos; y por último, la especial, que se le otorga a los radioaficionados con más años en esta actividad.
Una de las cuestiones que más genera interés y capta seguidores sobre la radioafición es la suma utilidad social que toma en casos de extrema urgencia nacional o internacional, ya sea por catástrofes naturales, incidentes por guerras o cualquier otro motivo por el cual las comunicaciones o cualquier medio de comunicación convencional suspenda sus funciones. Así, los radioaficionados tenemos por obligación ofrecer nuestra ayuda para llevar información tanto a los ciudadanos como a las autoridades.
Una situación de riesgo de vida se dio a conocer mundialmente: Un velero se quedó sin combustible en el medio del Atlántico. El capitán del mismo era radioaficionado y conocía las frecuencias por las cuales se comunican, mandó mensajes de ayuda y un radioaficionado del Uruguay lo escuchó. Este hombre llamó a la Prefectura y pudo rescatar a los que se encontraban flotando en el medio del océano. Los conocimientos que cobran valor son sobre las bandas de radioafición, es decir las frecuencias por las que pueden comunicarse los radioaficionados, el saber colocar las antenas o fabricarlas y saber operar en cualquier momento y forma. Una antena está formada por un material conductor, como una varilla de acero o hierro, y un cable coaxil que va adaptado al Handy o base de comunicación que se usa para comunicar.
En los tiempos actuales de pandemia, el gobierno local impuso una cuarentena a tiempo para frenar los contagios y las muertes. En este contexto, los radioaficionados nos preguntamos ¿qué podemos aportar socialmente? De esta cuestión surgieron propuestas y realizaciones varias, como juegos y concursos de radioaficionados. Además, algunas repetidoras se liberaron, esto quiere decir que son frecuencias especificas por las cuales se puede comunicar más fácil un individuo del otro con la menor potencia, y así las autoridades notifiquen a los ciudadanos qué medidas se deben tomar para evitar contagios, dentro y fuera de las casas.
Los activos radioaficionados estamos preparados para encarar un panorama peor del que vivimos. Tenemos las baterías cargadas, las antenas producidas, revisamos los equipos diariamente y siempre informamos con noticias oficiales y chequeadas, ya que nuestro deber es llevar calma y seguridad a cada ciudadano.